Europa siente su propia debilidad en el marco geopolítico mundial por la propia estructura administrativa y política, más preocupada por conservar el mercado que de definir una política exterior estratégica entre los dos bloques (americano y chino) con identidad propia. Los viajes de Macron y de la Presidenta de la Comisión europea son fiel reflejo de la división europea en la política internacional. Es cierto que la guerra de Ucrania unió la posición de Europa en el apoyo político a Zelensky y la condena de la invasión de Putin y que esa posición se mantiene nítido y permanente, pero eso no impide que las soluciones al conflicto dividan a los políticos y políticas europeas, y esto, puede condicionar el futuro de Europa entre los que piensan que las alianzas con EEUU es la solución como manifiestan los países del este, bien defendido por el Ministro checo Jan Lipavsky: "El regreso de la geopolítica significa que tenemos que ver más claramente quién es nuestro aliado y quién no. Las fuertes relaciones transatlánticas entre Europa y Estados Unidos son la base de nuestra seguridad".
Macron lidera una posición más pragmática, más orientada a construir una posición propia como Europa y tras su viaje a China afirmó: "Europa debería construir una posición propia, como un tercer polo entre China y Estados Unidos. Lo peor que puede pasar es que los europeos acaben creyéndose que tienen que convertirse en seguidores y adaptarse al ritmo americano y a las exageradas reacciones de China". El propio viaje de Macron y la Presidenta de la Comisión europea es fiel reflejo de las diferentes posiciones que dividen y debilitan la política exterior europea y que le impiden marcar perfil propio en todos los conflictos internacionales, especialmente en la guerra de Ucrania.
La postura de Macron remarca la desunión europea entre quienes reconocen la rivalidad económica entre China y Europa, pero consideran que hay que negociar con Pekín para no ser relegados del Asia Pacífico, y aquellos que apuestan por una sola política común europea con sus objetivos comerciales supeditados a los estratégicos y políticos, coincidentes con los de EEUU.
Para estos halcones europeos, las relaciones con China deben depender de su actitud hacia Taiwán y de los lazos de Pekín con Moscú, el malo de todas las películas. En la cúpula de la UE no se olvida que China considera a Rusia un socio estratégico y eventual aliado contra Washington. En esta línea dura europea, que cuenta en sus filas a la presidenta de la Comisión Europea (CE), Ursula von der Leyen, subraya que la posición de Bruselas hacia China dependerá del camino que elija Pekín en asuntos de seguridad internacional, como la guerra de Ucrania. Así, China se convertiría en enemigo de la Unión Europea si abasteciera con armas a Rusia para ser utilizadas en Ucrania. Esto al margen de que Bruselas esté destinando miles de millones de euros en armas para derrotar a Moscú en el campo de batalla ucraniano.
Por otro lado Borrell, alejándose de su Presidenta europea ha advertido que la UE no podrá confiar en China si ésta no exige a Rusia una solución política a la guerra de Ucrania que incluya la retirada total rusa, algo que el diplomático español sabe muy bien que Pekín nunca pedirá a Moscú, porque sería demandar al Kremlin que reconociera su derrota. Todos los líderes que visitaron Pekin utilizaron el mismo discurso, China tiene que hacer un papel determinante en la guerra de Ucrania siendo el mediador con Rusia para conseguir acabar con la guerra de Ucrania.
Comentarios
Publicar un comentario