En los últimos tiempos la Unión Europea está sometida a la presión política de tomar decisiones importantes y con repercusiones directas en la vida de la ciudadanía europea. La compra de las vacunas COVID y la respuesta conjunta a la pandemia, el posicionamiento de solidaridad con Ucrania y el envío de material militar a través de sus países, la lucha contra la inflación que están sufriendo todos los Estados ... son buenos ejemplos de ello. Todas estas decisiones se toman en el Parlamento y en el Consejo de Europa, donde están presente los 27 Presidentes de los países que la conforman, y todos ellos dispares en su ideología y en sus prioridades, lo que conlleva una dificultad real añadida a la hora de acordar y tomar decisiones. Buena parte de los países de la U.E. están gobernados por Presidentes contrarios a la propia UE (bueno, mejor dicho, contrarios a la política de la UE que merma la autonomía de los países miembros, pero no son contrarios a sus fondos económicos que los reclaman), a sus valores y lo más grave dos de ellos (Polonia y Hungría) incumplidores con los acuerdos del Consejo de Europa. La necesidad de una reformulación de la organización de la U.E. orientada a una mayor eficacia organizativa tendente al Federalismo, parece que es evidente para agilizar más la toma de decisiones y unir esfuerzos respetando la diversidad cultural y política de sus miembros.
En su discurso sobre el estado de la UE, la Presidenta Ursula von der Leyen hizo hincapié en el programa por el que se presentó hace cuatro años en el cual proponía avanzar en la Europa Verde y en la transformación Digital. Sobre el Pacto Verde y su repercusión en el cambio climático, ha mencionado a España, país que con Grecia y Bulgaria ha experimentado especialmente las grandes olas de calor que nos agobian en los últimos tiempos y que provocan inundaciones e incendios devastadores. En este sentido, ha ratificado el compromiso de la UE por las energías renovables y ha reivindicado los logros alcanzados mediante políticas que han mezclado sostenibilidad con innovación. Ello explica que, por ejemplo, la UE ya acapare más inversión en hidrógeno limpio que Estados Unidos y China juntos.
Ha señalado como un hecho muy importante la creación de los fondos "Next Generation" que han supuesto avances en la descarbonización y en la digitilización, dos objetivos prioritarios para la UE.
Von der Layen llamó la atención con la competencia desleal que China está llevando a cabo con los coches eléctricos que está fabricando y que están recibiendo numerosas ayudas públicas, por lo que la Comisión pondrá en marcha una investigación y actuará en defensa de las fábricas europeas.
En relación a la igualdad de género, von der Leyen ha propuesto que la norma del no es no adquiera rango europeo y que se adopten medidas efectivas contra la violencia de género, que es una lacra en la mayoría de los países comunitario.
Otros temas abordados por la Presidenta europea han sido la ampliación de la UE y la violencia contra las mujeres. Sobre aquella cuestión, ha recomendado un proceso por la vía rápida aunque haya que reformar para ello los tratados; desde que arrancó la guerra de Ucrania, la propia Ucrania, Moldavia y Bosnia-Herzegovina han adquirido la consideración de candidatos, a los que hay que sumar los que ya la poseían con anterioridad, como Montenegro y Albania.
El discurso de Von der Layen es un buen resumen de las prioridades que se ha marcado la UE para los próximos años y las dificultades externas que está teniendo en una globalización de bloques económicos y políticos, pero también internas con el crecimiento en nuestro seno de una corriente ultraconservadora que trabaja de freno en las iniciativas que desde el Consejo se van tomando. La apuesta merece la pena.
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