NICOLÁS REDONDO ... La izquierda despide a Nicolás Redondo. Los compañeros y compañeras despedimos al sindicalista. Al líder que optó por defender las condiciones laborales de los trabajadores y oponerse a la precaridad de los contratos de los jóvenes, lo que supuso alejarse del gobierno de Felipe González y lo llevó a forjar una alianza con las CCOO de Marcelino Camacho. No fue una separación personal porque se llevasen mal, fue una separación basada en argumentos y en marcar prioridades diferentes, intereses diferentes, una separación por la exigencia de Nicolás para que los esfuerzos de la reconversión industrial y de la alta inflación no recayesen exclusivamente sobre las espaldas de los trabajadores, fue una separación por el fondo de como abarcar los problemas, como bien apunta Cándido en su artículo. Tenía la certeza de que la unidad sindical era el mejor instrumento para defender los intereses de los trabajadores. El 14D de 1988 se convocó una (la) Huelga General. Una huelga que cambió las relaciones entre el PSOE y la UGT, una huelga que generó tensión entre los militantes con doble afiliación y que estaban desconcertados por la ruptura entre Felipe y Nicolás, que deseaban pasajera, una huelga que selló la unidad sindical y la autonomía sindical de la UGT.
Nicolás Redondo fue un líder con autoridad y credibilidad en la UGT, un líder con un discurso extenso (a veces demasiado extenso) que los responsables del sindicato oían con atención y que se impregnaban de la fuerza que transmitía, un líder a la vieja usanza que llevó a la organización a tener más de un millón de afiliaciones y a conjugar con maestría la negociación con la presión, señas de identidad que aún mantiene la actual UGT.
Nicolás Redondo eligió la UGT en vez de la Secretaría General del PSOE, tuvo un papel decisivo en los Pactos de la Moncloa para estabilizar la economía con una inflación superior al 24%. Tuvo un papel fundamental a través de la negociación, con acuerdos con la CEOE a finales de los 70 y principios de los 80 para abordar la crisis económica de la Transición, como son los acuerdos para establecer en el Estatuto de los Trabajadores los derechos laborales y sindicales de carácter colectivo, las vacaciones de 30 días retribuidos para los trabajadores españoles, que se convirtió en ley tras un acuerdo previo sobre la duración de la jornada máxima laboral anual, el establecimiento de mecanismos de negociación, que siguen teniendo absoluta validez y lamentable actualidad, para compatibilizar la lucha contra la inflación con la preservación del poder adquisitivo de los salarios de la clase trabajadora española. Pero también potenció las relaciones internacionales con los movimientos sindicales socialistas de Europa (donde Manuel Bonmati fue clave) especialmente con los alemanes, de los que copió el organigrama cooperativo que lo llevó a uno de los mayores errores que cometió. En una vida sindical tan larga su gestión ha sido esencial en defensa de los intereses de los trabajadores, las sombras, que también las tuvo, es para analizarlas en otro momento.
Yo, hoy, como ugetista y como socialista le respeto por su trayectoria y le deseo que la tierra le sea leve y que D.E.P. ... lo recordaremos como parte de la historia de la UGT y como parte del movimiento obrero del siglo XX.
Comentarios
Publicar un comentario