Las elecciones en Cataluña no dejaron indiferente a nadie, son el resultado de las políticas que los partidos hacen dentro pero también fuera de Cataluña al instrumentalizarla para exprimir el voto en el resto de España.
Es cierto que con una abstención superior al 40% el sacar conclusiones definitivas podemos llevarnos a equívocos, pero no es menos cierto que el voto ha marcado tendencias y que en el propio voto abstencionista hay que enmarcar la pandemia, pero también el hartazgo al frentismo soberanista. Fueron a votar un millón seiscientos mil catalanes menos que en 1917, ERC recibió 333.000 votos menos que en las elecciones pasadas y JUNTS 382.000 votos menos. En total el soberanismo perdió más de 700.000 votos; y sin embargo el PSC con Illa a la cabeza ganó 45.000 votos. Geográficamente el PSC gana en la provincia de Barcelona, ERC en Tarragona y JUNTS en Lérida y en Gerona.
El voto nos muestra una sociedad muy fragmentada donde el independentismo a pesar de perder muchos votos aumenta en porcentaje y en el número de diputados. Así y a todo nos movemos en franjas cercanas al 50 % lo que da argumentos a todos los partidos para defender sus tesis, espero que no sea para bloquear un acuerdo más transversal desde el punto de vista ideológico. No obstante, siendo una evidencia que el conflicto territorial estuvo presente, no podemos obviar otros aspectos que influyeron en el voto como indica la politóloga Cristina Monge. La gestión de la pandemia (Illa fue Ministro de Sanidad) y el cansancio de un permanente conflicto influyeron en la abstención y en el voto.
Illa lo tiene difícil para gobernar pero su decisión a presentarse aunque no tenga los votos suficientes le da pie para presentar una línea de gobierno diferente al soberanismo y empezar, de ese modo, un liderazgo social que genere más empatías que rechazo. Illa en la oposición no hará frentismo con el soberanismo salvo en el cumplimiento de las legislaciones vigentes, pero veremos como vota con la Generalitat en muchas ocasiones dejando a la derecha sola.
Es verdad que el soberanismo suma los votos suficientes para gobernar, pero no podemos obviar que las izquierdas con un En Común de puente también suman y por tanto habrá que darle tiempo al tiempo y esperar acontecimientos. Aún cabe otra posibilidad que gobierne ERC con En Común con apoyo externo del PSC. La partida se juega en Cataluña, pero con repercusiones en el Parlamento estatal, veremos.
Si analizamos los resultados desde el punto de vista estatal, no me cabe la menor duda que este resultado refuerza las tesis del Gobierno (En Común mantiene los diputados en una situación muy difícil pero con una buena candidata y el PSOE duplicó su representación) en su planteamiento de abrir espacios de diálogo, y en concreto refuerza al Presidente Pedro Sánchez externa e internamente en el seno del PSOE. Por el contrario el PP de Casado sale muy debilitado ya que hicieron campaña Isabel Ayuso, Almeida y el propio Casado en un nuevo intento de no entender la política en Cataluña y de verla con los ojos de Madrid. Arrimadas recoge el fruto de su política, gana las elecciones en 2017, no se presenta y se marcha a Madrid, la ciudadanía votó en consecuencia. El C's es un partido que responde a un momento político determinado, que se constituyó como un elemento de confrontación en Cataluña, y en el 2017 recogió sus frutos, pero en su salto a la política estatal quiso ser bisagra pero se entregó a las tesis del PP y ahí empezó su declive que continuó en Cataluña. El partido ya no le sirve a una parte de la ciudadanía. Y ahí está VOX con 11 diputados (PP tiene 3 y C's 6) recogiendo a todos los descontentos para mantener viva la idea de ¡¡¡viva España!!! en Cataluña.
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