La polarización ideológica de la vida política y su traslación a la sociedad, y en concreto a la comunidad educativa, hace inviable la negociación y el consenso necesario para pactar los problemas que arrastramos desde la transición. Y que cada cuatros años en los procesos electorales se cambian dependiendo que partido gane las elecciones. Es un problema complejo que nos diferencia del resto de países ya que por un lado arrastramos nuestra propia historia educativa y por otro existe en nuestro país un loby de presión muy arraigado socialmente y muy potente que no aparece ni juega ese papel de loby en el resto de países, me refiero a la jerarquía de la Iglesia.
Si analizamos las reivindicaciones de las movilizaciones apoyadas por la Iglesia a través de las patronales del sector de la concertada y parte del movimiento social y sindical asentado en ese sector, quizás vayamos encontrando las respuestas que dan título a este texto.
Parece que para conseguir el ansiado pacto educativo y trasladar ese consenso a las legislaciones educativas y conseguir la estabilidad en torno a una ley de educación, el suelo público debe utilizarse para extender los centros privados contraponiendo la "demanda social" a la "planificación educativa" de todos los centros financiados con fondos públicos sean de la red pública o de la red concertada; parece ser que ese consenso exige que se sigan financiando a los centros (de élite) que siguen segregando al alumnado por sexos; y parece ser que para que no se enfade la jerarquía eclesiástica hay que darle valor académico a la nota de religión para que tenga el mismo valor que asignaturas científicas o humanísticas.
¿Ese es el precio hay qué pagar por el pacto educativo, el consenso y la estabilidad de una ley?. La alternativa es el cambio de ley cuando el bloque ideológico mayoritario del Parlamento imponga sus tesis, aunque es cierto, que con un Parlamento tan fragmentado cada vez resulta más difícil cambiar las leyes orgánicas o llegar a acuerdos, aprendamos de lo que está pasando con la negociación de los Presupuestos Generales del estado, quizás, lo que parece un problema para la estabilidad se convierta en una solución para consensuar, en este caso la educación.
Si realizamos una visión comparativa con el resto de países de nuestro entorno y, sí, ellos consiguieron la estabilidad (o cierta estabilidad), lo primero que observamos es que nuestra red educativa se compone de dos redes muy potentes (pública y concertada). Aspecto que no sucede en la UE, salvo en Bélgica que es muy similar a nuestro país. Otra diferencia es que la jerarquía eclesiástica en la UE permanece al margen del debate educativo y en tercer lugar, pero no menos importante, es que desde principios del siglo XX los países europeos están invirtiendo en los mismos objetivos educativos y con la misma visión de país, aquí en España tenemos una historia diferente en el siglo XX que nos influye en las decisiones en materia de educación del siglo XI.
Para acabar quisiera remarcar desde el punto de vista positivo que aunque se visualiza mucho más las discrepancias y la crispación en los temas educativos, y aunque parezca imposible el acuerdo, se consiguen muchos consensos en beneficio de los centros educativos y de la enseñanza en general, que discrepancias, como queda reflejado en las resoluciones consensuadas y apoyadas en los numerosos Consejos Escolares que componen la red de participación de la comunidad educativa.
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ResponderEliminarSu cuenta bancaria puede estar vacía, pero creer en usted mismo en el nivel más fundamental no cuesta nada. Como dijo la multimillonaria Oprah Winfrey: «Te conviertes en lo que crees.