Si seguimos con los mismos parámetros, no cabe duda, tienen fecha de caducidad. La falta de un acuerdo en el seno del Pacto de Toledo que garantice la sostenibilidad de las pensiones futuras, pone en duda su mantenimiento tal como las conocemos en la actualidad. La presión de las manifestaciones de jubilados hizo que los representantes de Podemos volviesen a un planteamiento de máximos que hizo imposible el acuerdo. Podemos presentó 21 votos particulares, cuando ya había consenso, y de la misma forma que con la política de vivienda, juegan al todo o nada y nos quedamos sin dar un paso importante en la estabilidad de las pensiones, ahora habrá que esperar al 29 de abril para empezar de nuevo.
Los datos son tozudos y así el Informe del BBVA nos dice que se necesitarían 28,5 millones de cotizantes más en el año 2050, es decir, 10 millones más que en la actualidad para poder mantener las pensiones a los 15 millones de pensionistas previstos para ese año. El aumento del número de pensionistas año a año es constante. En el año 1980 eran 4,5 millones, en la actualidad son 9,5 millones y para el año 2050 serán 15 millones. Por otro lado, existe una clara diferencia entre los ingresos que la Seguridad Social recibe de las cotizaciones, de los gastos que tiene para pagar las pensiones. Esa diferencia en el año 2018 estuvo en 19.000 millones de euros, pero lo previsto para el año 2050 será de 40.000 millones.
Tendrán que venir muchos emigrantes a la cadena de producción, que vendrán, tendrán que pagarse sueldos dignos para que las cotizaciones sean suficientes, que lo dudo, ya que parece que el campo ideológico que está instalado en Europa y que por tanto gobierna las Instituciones europeas es el liberal y ya conocemos su fórmula: hacer las empresas competitivas a costa del trabajador. Pero me temo que para garantizar la estabilidad de las pensiones, al margen de planteamientos populistas, el sistema necesita de reformas estructurales y profundas, todas ellas dirigidas a buscar un sistema fiable de cara al futuro, basado en seguir con un sistema que garantice un sistema público y se aleje de los planes de pensiones privados.
Socialmente existe una percepción en la juventud de que las pensiones es un lujo para su generación y que pocos llegarán a tener una pensión digna después de trabajar hasta los 70 años o más. Por eso la juventud no se ve representada en las movilizaciones, está resignada. Tampoco las rentas medias y altas perciben las pensiones como una necesidad, ya que a través de su vida profesional cotizaron lo mínimo e invirtieron en planes de pensiones bien financiados. Es la clase media, la clase baja y los trabajadores la que las defienden con mayor ahínco ya que representa el bienestar en su vejez. Este colectivo está muy pendiente de lo que hacen los políticos para no depender del debate presupuestario, año a año, y conocer si sus pensiones van a subir según el IPC previsto o van a seguir perdiendo poder adquisitivo, también están muy pendientes de la marcha del Pacto de Toledo para garantizar su sostenibilidad y ven como por una u otra razón hay partidos (PP y Podemos) que bloquean el acuerdo y la inseguridad que eso supone.
La viabilidad de la caja de las pensiones está sujeta al equilibrio entre los ingresos y los gastos, en este sentido para revertir el desajuste económico habrá que analizar como mejoramos los ingresos, pero también como adelgazamos la mochila de los gastos. Habrá que realizar reformas estructurales (reducción del paro, mejorar los salarios ...), habrá que analizar la fiscalidad con carácter finalista, habrá que valorar el retraso de la jubilación con carácter voluntario ... Pero también en lo referente a los gastos habrá que revisar lo que supone para un sistema contributivo el soportar otras necesidades sociales. Y, en este caso, los PGE, y no la caja de las pensiones,tendrán que garantizar las pensiones no contributivas y el paro.
Lo dicho, el Pacto de Toledo llevaba tres años intentando llegar a un acuerdo que avance hacia el sostenimiento de las pensiones, que no se ha producido. Y, mientras tanto, están en alerta los bancos con sus planes de pensiones privadas. Y la ciudadanía otra vez frústada y preocupada con el futuro.
Los datos son tozudos y así el Informe del BBVA nos dice que se necesitarían 28,5 millones de cotizantes más en el año 2050, es decir, 10 millones más que en la actualidad para poder mantener las pensiones a los 15 millones de pensionistas previstos para ese año. El aumento del número de pensionistas año a año es constante. En el año 1980 eran 4,5 millones, en la actualidad son 9,5 millones y para el año 2050 serán 15 millones. Por otro lado, existe una clara diferencia entre los ingresos que la Seguridad Social recibe de las cotizaciones, de los gastos que tiene para pagar las pensiones. Esa diferencia en el año 2018 estuvo en 19.000 millones de euros, pero lo previsto para el año 2050 será de 40.000 millones.
Tendrán que venir muchos emigrantes a la cadena de producción, que vendrán, tendrán que pagarse sueldos dignos para que las cotizaciones sean suficientes, que lo dudo, ya que parece que el campo ideológico que está instalado en Europa y que por tanto gobierna las Instituciones europeas es el liberal y ya conocemos su fórmula: hacer las empresas competitivas a costa del trabajador. Pero me temo que para garantizar la estabilidad de las pensiones, al margen de planteamientos populistas, el sistema necesita de reformas estructurales y profundas, todas ellas dirigidas a buscar un sistema fiable de cara al futuro, basado en seguir con un sistema que garantice un sistema público y se aleje de los planes de pensiones privados.
Socialmente existe una percepción en la juventud de que las pensiones es un lujo para su generación y que pocos llegarán a tener una pensión digna después de trabajar hasta los 70 años o más. Por eso la juventud no se ve representada en las movilizaciones, está resignada. Tampoco las rentas medias y altas perciben las pensiones como una necesidad, ya que a través de su vida profesional cotizaron lo mínimo e invirtieron en planes de pensiones bien financiados. Es la clase media, la clase baja y los trabajadores la que las defienden con mayor ahínco ya que representa el bienestar en su vejez. Este colectivo está muy pendiente de lo que hacen los políticos para no depender del debate presupuestario, año a año, y conocer si sus pensiones van a subir según el IPC previsto o van a seguir perdiendo poder adquisitivo, también están muy pendientes de la marcha del Pacto de Toledo para garantizar su sostenibilidad y ven como por una u otra razón hay partidos (PP y Podemos) que bloquean el acuerdo y la inseguridad que eso supone.
La viabilidad de la caja de las pensiones está sujeta al equilibrio entre los ingresos y los gastos, en este sentido para revertir el desajuste económico habrá que analizar como mejoramos los ingresos, pero también como adelgazamos la mochila de los gastos. Habrá que realizar reformas estructurales (reducción del paro, mejorar los salarios ...), habrá que analizar la fiscalidad con carácter finalista, habrá que valorar el retraso de la jubilación con carácter voluntario ... Pero también en lo referente a los gastos habrá que revisar lo que supone para un sistema contributivo el soportar otras necesidades sociales. Y, en este caso, los PGE, y no la caja de las pensiones,tendrán que garantizar las pensiones no contributivas y el paro.
Lo dicho, el Pacto de Toledo llevaba tres años intentando llegar a un acuerdo que avance hacia el sostenimiento de las pensiones, que no se ha producido. Y, mientras tanto, están en alerta los bancos con sus planes de pensiones privadas. Y la ciudadanía otra vez frústada y preocupada con el futuro.
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