Se produjeron varias circunstancias en las elecciones madrileñas que llevaron a Gabilondo y al PSM a los peores resultados obtenidos en unas elecciones. Con respecto a las anteriores perdió 300.000 votos y obtuvo 24 diputados, 13 menos, además, ya no va a liderar la oposición con el valor simbólico y emocional que tiene el hecho para los afiliados y simpatizantes. Mónica García con una campaña basada en el trabajo, con propuestas, generando empatía y, a la vez, muy crítica con los modos de hacer política de Ayuso, ha estado machaconamente recordando a los madrileños que la Presidenta cambia vidas por bares abiertos, ha obtenido unos pasables resultados.
Se notaba en los medios que Gabilondo no estaba cómodo con la campaña que le habían diseñado desde Moncloa, estaba más pendiente de ocupar el sillón de 'Defensor del Pueblo' que de las controversias de un debate electoral. No era él, estaba forzado con un discurso elaborado en el laboratorio de Iván Redondo, que le obligaba a decir lo que nunca él hubiese dicho. La primera parte de la campaña estaba dirigida a obtener el voto de Ciudadanos, de ahí, propuestas como no subir los impuestos de patrimonio, ni el de sucesión o donaciones mal entendidas en el seno del partido por socialistas que no acababan de entender esos giros ideológicos para atraer a un electorado de derechas. Pero cuando se dieron cuenta por las encuestas que el voto de C's iba hacia el PP, cambiaron en redondo de estrategia y en vez de apelar al voto de C's se dirigió a buscar alianzas en la izquierda y llegó aquello de "Pablo tenemos 12 días para ganar" o abandonar el debate de la cadena SER detrás de Pablo Iglesias, incluso lo vimos apostar por un discurso teatrero más agresivo que se notaba impostado. Ya sabíamos que la figura de Pablo Iglesias genera amores entre sus seguidores pero, también, mucho odio en el resto, y, eso, se demostró en estas elecciones al movilizar gran parte del voto de la derecha que no lo quería ver formando parte del Gobierno de la Comunidad, arrastrando en esta deriva a Gabilondo que no supo salir de esa encerrona.
En resumen un candidato sin entusiasmo que ya estaba de salida hacia el puesto de 'Defensor del Pueblo', un partido que perdió la personalidad por tantos giros en la estrategia de campaña (primero hacia C's y después hacia Podemos), un discurso impostado salido del laboratorio de Iván Redondo y un PSM sumiso ante tantas injerencias de Moncloa muy alejado del carácter rebelde de antaño, trajo como consecuencia el desastre de PSM-PSOE. Quedan dos años para unas nuevas elecciones en Madrid, tiempo suficiente para que el PSM tome de nuevo sus riendas y proponga a un candidato fruto del debate que genere ilusión y empatía.
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