Las mayorías absolutas son pasado, la variedad de fuerzas que componen el Parlamento exigen de esfuerzos en la negociación no exentas de contradicciones ideológicas para poder componer alianzas y gobiernos. En muchas ocasiones estas alianzas son mal entendidas por parte de la sociedad y, también, por parte de la militancia. Estas tensiones están presentes en el Gobierno de coalición entre el PSOE y PODEMOS. Los planteamientos y proclamas hechas públicas por los partidos de coalición, dirigidas exclusivamente a satisfacer su vida interna, no hacen más que recordarnos que la cultura política y la ideología son diferentes entre los partidos como nos demuestra la historia y que se necesita de mucha generosidad y de muchas renuncias para conseguir que el gobierno perdure. La mayoría de los desencuentros se producen porque el partido minoritario de la coalición quiere imponer exigencias de su programa que convirtieron en banderas ante sus simpatizantes, pero llevados a la práctica pueden tensionar la vida política y social, aspecto que el otro partido no está dispuesto. El don de la oportunidad en política, es decisivo a la hora de gestionar.
Unos breves apuntes históricos ayuda a entenderlo: "en la ideología de la izquierda europea coexisten dos culturas políticas opuestas e imposibles de mezclar. La Historia evidencia la competencia, a veces violenta, entre comunismo y socialismo. Esta incompatibilidad manifiesta se traduce hoy en los términos ‘populismo’ frente a ‘socialdemocracia’.
Ambas corrientes pugnan por unas mismas bases sociales: la clase media urbana, la obrera y la de los trabajadores precarios. Les diferencia claramente el objetivo. La tradición socialdemócrata trata de cohesionar a estas clases sociales apelando a sus intereses comunes. En cambio, el populismo intenta hacerlo apelando a sus aversiones comunes, tal y como teorizó Laclau. Esto hace que la identidad populista se caracterice por su negatividad, pues necesita fabricar un enemigo del pueblo. Mientras que la identidad socialdemócrata propone como objetivo positivo la creación de oportunidades viables de ascenso social.
Otra diferencia sustancial entre ambas culturas radica en el modelo de sociedad que esperan construir. La socialdemócrata aspira al pluralismo universal inclusivo, de tal modo que todas las personas logren cumplir sus aspiraciones. El populismo, en cambio, no busca desarrollar la pluralidad sino construir la homogeneidad cultural (Gramsci), y de ahí su propensión a los procesos excluyentes",
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