Las reformas constitucionales suelen posponerse hasta que estas son inevitables, pero no debiera ser ninguna tragedia social el ir adaptándolas a las exigencias y necesidades de las sociedades del momento, en este caso adaptarla a la sociedad del siglo XXI, eso conlleva que sean un marco referencial para la sociedad y que sea una norma viva y actualizada. Además, modificar la Constitución no es empezar de cero es modificar exclusivamente aquellas normas que no satisfacen las demandas actuales. Y por supuesto estas modificaciones no pueden ser una solución de urgencia para un problema social puntual, como en este caso puede ser Cataluña en lo que respecta al concepto de nación o de nación de naciones, ni tampoco puede ser la respuesta desde el resto de España al cupo vasco por el agravio producido con su aprobación por el Parlamento cuando el resto de CCAA llevan desde el 2016 sin negociar la financiación y con unas normativas de ajuste en el gasto que le impide satisfa...
Blog de Carlos López Cortiñas