Dos noticias se producen simultaneamente que inciden en el profesorado como persona y como profesional. Por un lado el anuncio por parte del Ministerio sobre los recortes que las CCAA tienen que efectuar para llegar a los 3000 mill de euros añadidos a los ya anunciados en los propios PGE y que empeoran las condiciones laborales aumentando las ratios y el horario lectivo; y por otra la publicación del trabajo realizado por FETE UGT en colaboración con la Fundación para la Prevención de Riesgos Laborales que bajo el título "Herramientas de gestión de los Riesgos Psicosociales" nos dan a conocer datos de una encuesta dirigida a 1300 profesores de todo el Estado.
De la encuesta deducimos que el 56 del profesorado tiene problemas disruptivos en el aula. Es decir que la mitad del profesorado dedica parte de su tiempo a preparar el ambiende del aula con el clima favorable para el estudio. Medidas como aumentar el número de alumnos por aula, además de recortar profesores por centro, exigen un sobreesfuerzo profesional y nos alejan de la personalización del hecho educativo como la herramienta más eficaz en el rendimiento escolar. Esta medida tiene consecuencias directas para los centros ya que en las ciudades masifica las aulas y en los pueblos al unir más alumnos en el mismo aula cerraran centros con las consecuencias sociales que ello conlleva. La masificación no tiene nada que ver con la socialización. Las clases generalmente están constituidas por alumnos diversos por eso la necesidad de mantener medidas de apoyo y ayudas en el estudio y la necesidad de mantener ratios razonables que estén en relación con la diversidad del alumnado. No es lo mismo masificar en los "bachilleratos de excelencia" de la Comunidad de Madrid que en un pueblo con alumnos de varios clases y de diferentes nacionalidades.
Dos datos más que nos aporta la encuesta también son significativos del sentir del profesorado. El 25% considera que las familias no le ayudan cuando tienen problemas con sus hijos y el 7.4% padece algún tipo de agrasión verbal o desconsideración por parte de algún miembro de la comunidad educativa. Todos los informes educativos, incluidos los internacionales nos indican de la importancia de la influencia de la familia en los resultados académicos de sus hijos, incluso esa influencia es superior a la que pueda tener la propia escuela; de ahí la frustracción de parte del profesorado cuando más necesita del apoyo de los padres. Soy consciente del alarmismo que se produce con datos como que el 7,4% se siente agredido y que debemos contextualizar y relativizar el dato; pero también es cierto que la encuesta es un reflejo de la realidad.
El profesorado de hoy debe enfrentarse a situaciones que hace poco, aunque existían lo hacían en menor medida. La disrupción, la gran diversidad del alumnado, la delegación de responsabilidades educativas tradicionalmente propias de las familias, hacen de la escuela un entorno cada vez mas hostil para los docentes. La formación inicial es clave para dotar al docente de una preparación idónea para resolver adecuadamente los retos que el día a día le vayan surgiendo, además de trabajar pedagógicamente para generar un ambiente escolar que favorezca el estudio. Es clave la formación contínua a los largo la vida profesional para dotarle de los instrumentos necesarios para motivar a los alumnos y para la resolución de los conflictos alejándolo de posiciones autoritarias que nada ayudan al buen ambiente escolar. En este sentido nos llama la atención que en los PGE prácticamente desaparecen las cantidades dirigidas a la formación del profesorado lo que está conllevando a la desaparición de la red de centros de CPRs, o bién nos consideran ya formados, o bien considera el Gobierno que es un gasto innecesario. La realidad es que dejan al profesorado indefenso como profesional.
Las exigencias de la propia actividad escolar unida a toda una política de recortes que empeora las condiciones laborales del profesorado están llevando a una situación donde el colectivo docente encuentra cada vez mayores obstáculos a la hora de desempeñar su trabajo, siendo uno de los mayores afectados por trastornos de origen psicosocial. Podemos afirmar que existe una fuerte correlación entre una serie de factores presentes en el entorno laboral de los centros, llamados psicosociales, y una serie de trastornos de salud como el estres y el síndrome del quemado que tienen relación con el absentismo laboral.
El trabajo de FETE nos muestra que cada vez son más frecuentes los casos de insastifacción personal, el absentismo laboral, el número de bajas por depresión y la incertidumbre por el mantenimiento de la jubilación anticipada. Una gran parte del profesorado se siente, profesionalmente hy personalmente, desconcertado, con fuertes contradicciones entre cuáles son sus derechos y obligaciones para afrontar los problemas educativos.
De la encuesta deducimos que el 56 del profesorado tiene problemas disruptivos en el aula. Es decir que la mitad del profesorado dedica parte de su tiempo a preparar el ambiende del aula con el clima favorable para el estudio. Medidas como aumentar el número de alumnos por aula, además de recortar profesores por centro, exigen un sobreesfuerzo profesional y nos alejan de la personalización del hecho educativo como la herramienta más eficaz en el rendimiento escolar. Esta medida tiene consecuencias directas para los centros ya que en las ciudades masifica las aulas y en los pueblos al unir más alumnos en el mismo aula cerraran centros con las consecuencias sociales que ello conlleva. La masificación no tiene nada que ver con la socialización. Las clases generalmente están constituidas por alumnos diversos por eso la necesidad de mantener medidas de apoyo y ayudas en el estudio y la necesidad de mantener ratios razonables que estén en relación con la diversidad del alumnado. No es lo mismo masificar en los "bachilleratos de excelencia" de la Comunidad de Madrid que en un pueblo con alumnos de varios clases y de diferentes nacionalidades.
Dos datos más que nos aporta la encuesta también son significativos del sentir del profesorado. El 25% considera que las familias no le ayudan cuando tienen problemas con sus hijos y el 7.4% padece algún tipo de agrasión verbal o desconsideración por parte de algún miembro de la comunidad educativa. Todos los informes educativos, incluidos los internacionales nos indican de la importancia de la influencia de la familia en los resultados académicos de sus hijos, incluso esa influencia es superior a la que pueda tener la propia escuela; de ahí la frustracción de parte del profesorado cuando más necesita del apoyo de los padres. Soy consciente del alarmismo que se produce con datos como que el 7,4% se siente agredido y que debemos contextualizar y relativizar el dato; pero también es cierto que la encuesta es un reflejo de la realidad.
El profesorado de hoy debe enfrentarse a situaciones que hace poco, aunque existían lo hacían en menor medida. La disrupción, la gran diversidad del alumnado, la delegación de responsabilidades educativas tradicionalmente propias de las familias, hacen de la escuela un entorno cada vez mas hostil para los docentes. La formación inicial es clave para dotar al docente de una preparación idónea para resolver adecuadamente los retos que el día a día le vayan surgiendo, además de trabajar pedagógicamente para generar un ambiente escolar que favorezca el estudio. Es clave la formación contínua a los largo la vida profesional para dotarle de los instrumentos necesarios para motivar a los alumnos y para la resolución de los conflictos alejándolo de posiciones autoritarias que nada ayudan al buen ambiente escolar. En este sentido nos llama la atención que en los PGE prácticamente desaparecen las cantidades dirigidas a la formación del profesorado lo que está conllevando a la desaparición de la red de centros de CPRs, o bién nos consideran ya formados, o bien considera el Gobierno que es un gasto innecesario. La realidad es que dejan al profesorado indefenso como profesional.
Las exigencias de la propia actividad escolar unida a toda una política de recortes que empeora las condiciones laborales del profesorado están llevando a una situación donde el colectivo docente encuentra cada vez mayores obstáculos a la hora de desempeñar su trabajo, siendo uno de los mayores afectados por trastornos de origen psicosocial. Podemos afirmar que existe una fuerte correlación entre una serie de factores presentes en el entorno laboral de los centros, llamados psicosociales, y una serie de trastornos de salud como el estres y el síndrome del quemado que tienen relación con el absentismo laboral.
El trabajo de FETE nos muestra que cada vez son más frecuentes los casos de insastifacción personal, el absentismo laboral, el número de bajas por depresión y la incertidumbre por el mantenimiento de la jubilación anticipada. Una gran parte del profesorado se siente, profesionalmente hy personalmente, desconcertado, con fuertes contradicciones entre cuáles son sus derechos y obligaciones para afrontar los problemas educativos.
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