La imagen de los diputados de Podemos (o mejor su marca en Cataluña) votando unos por la independencia y otros no, es la definición de lo que representa Podemos en estos momentos. La actuación de Ada Colau intentando no defraudar ni a los independentistas ni a sus contrarios, colocan a esa formación en tal ambigüedad con respecto al desafío catalán que casi es irrelevante en unos momentos tan complicados para la política española.
Pero, para entender estas actuaciones de los líderes de Podemos hay que analizar en los últimos tiempos como viene comportándose su líder Pablo Iglesias. Según, mi parecer, Pablo Iglesias está empeñado en acabar con la ilusión que se generó en torno al movimiento del 15M muy lejano a la férrea estructura de los partidos tradicionales y de sus planteamientos. Viendo ahora a Ada Colau y al propio Iglesias parece impensable que este partido surgiera de los movimientos sociales, especialmente de las diferentes plataformas sociales de denuncias.
Pablo Iglesias, sabe bien, que cometió un grave error histórico que lo va a perseguir durante toda su vida política, de la misma forma que persiguió a Anguita su alianza con el PP para dar el "sorpaso" y liderar a la izquierda. El error fue no apoyar a Pedro Sánchez, lo que hubiera llevado al PP a la oposición. En ese escenario nos encontraríamos que la derecha estaría en una crisis sin precedentes y sin embargo, ahora, no sólo está gobernando, sino con unas expectativas electorales de seguir gobernando otros cuatro años, y lo curioso y paradógico es que tiene esas expectativas por la gestión que está desarrollando en Cataluña.
Las ansias de liderar a la izquierda le hizo confeccionar un discurso de amplio aspecto ideológico, un discurso trasversal. Poco a poco se alejó de los planteamientos iniciales y también de la frescura del movimiento social de sus inicios para convertirse en un partido más del panorama parlamentario español. Se pasó de las asambleas abiertas en las plaza de los pueblos y ciudades a un estricto control del poder del partido, incluso con tics dictatoriales de su secretario de organización Echenique (quien lo ha visto y quien lo ve) que con mano dura apartó de sus responsabilidades a personas que no comulgaban con el ideario oficial. Personas tan relevantes como Errejón o Bescansa, que representan una línea más pragmática y realista de como conseguir retirar a la derecha del poder. Interesante seguir la pista de estos personajes, por el contrario, Alberto Garzón seguramente se ha dado cuenta de la errónea decisión de incluir a IU en Podemos, la voz potente de IU se ha acallado dentro de la formación morada.
Podemos desde ese error histórico cometido por su líder va perdiendo expectativas electorales y por muchos y graves problemas que tuvo que pasar el PSOE es difícil pensar en estos momentos que Podemos le puede competir el liderazgo de la izquierda; más bien desde ese momento su forma de actuar es decepcionante: crisis internas en varios territorios y retiradas de sus responsabilidades de varios dirigentes, reubicación del partido en la izquierda tradicional alejándose de la frescura inicial, la moción de censura fue más estar presente en los medios de comunicación para contrarrestar el liderazgo creciente de Pedro que una alternativa real a Rajoy, un posicionamiento en Cataluña confuso que seguramente no es entendido en el resto del territorio como bien ha dejado patente Bescansa.
Mi opinión es que Pablo Iglesias que ansiaba liderar a la izquierda y, por tanto, con posibilidades de ser Presidente del Gobierno ha quemado todas sus posibilidades, precisamente por no tener una idea de país y por las contradicciones que manifiesta.
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