Al revuelo propio de la campaña electoral que precede a las elecciones del día 22 se ha sumado un nuevo movimiento: el del 15 M. Convocados por “Democracia Real Ya”, miles de jóvenes -en su mayoría- y otros pocos no tan jóvenes acudieron al llamamiento que, mayoritariamente a través de la red, les emplazaba a mostrar su actitud crítica ante estos comicios y quienes los sustentan.
Así pues, lo que el domingo 15 de mayo comenzó como una concentración en varias ciudades españolas ha ido tomando impulso, cuantitativo y cualitativo, generando importantes corrientes de opinión, que en algunos casos, están llegando incluso a condicionar la campaña.
En el caso de Madrid, la céntrica Puerta del Sol se ha convertido en un hervidero de personas, organizadas en el seno de una no-organización que resisten, a pesar del temporal, reclamando una mayor participación de la sociedad civil en la vida política y demandando una mayor atención política ante las reivindicaciones ciudadanas; en definitiva pidiendo a los políticos que pongan los pies en el suelo.
Claman por la democracia, curiosamente, en un Estado que, suponemos va acompañado por este calificativo; en realidad considero que su verdadera petición es la de la restauración de los valores democráticos, bastante deteriorados últimamente, así como más y mejores oportunidades de cara a un futuro no muy lejano.
A mi me ha sorprendido gratamente el aparente despertar de una juventud que creíamos dormida, pasota y apática. Su actitud demuestra que esto no es así; como señala Felipe González, "la generación mejor preparada se siente, y tiene razón, con menos oportunidades y expectativas que la anterior”.
De todas formas, me gustaría señalar, que este movimiento que se denomina a sí mismo como asindical, concentra muchas de las reivindicaciones que desde hace años venimos reclamando organizaciones sindicales como la UGT.
Aun así tengo contradicciones por la variedad de mensajes que trasmiten y seguramente habrá que dejar un tiempo para que esta iniciativa repose y así poder ver hacia donde va.
Dicho esto, vuelvo los ojos al tema de las elecciones: con la educación gestionada por las Administraciones autonómicas, el día 22 nos jugamos el funcionamiento de uno de los elementos vertebradotes de “la sociedad del bienestar”, la educación considerada como un servicio público.
El lugar que se otorga a este servicio fundamental y las prioridades que los gobiernos autonómicos marcan, indican las intenciones de sus gobernantes; así el tratamiento de la educación infantil, el gasto en infraestructuras, la valoración del profesorado… y, sobre todo la concepción que los partidos políticos tienen sobre las leyes educativas, nos hacen decantarnos hacia aquellos que siguen luchando por la educación de calidad para todos y todas.
Así pues, lo que el domingo 15 de mayo comenzó como una concentración en varias ciudades españolas ha ido tomando impulso, cuantitativo y cualitativo, generando importantes corrientes de opinión, que en algunos casos, están llegando incluso a condicionar la campaña.
En el caso de Madrid, la céntrica Puerta del Sol se ha convertido en un hervidero de personas, organizadas en el seno de una no-organización que resisten, a pesar del temporal, reclamando una mayor participación de la sociedad civil en la vida política y demandando una mayor atención política ante las reivindicaciones ciudadanas; en definitiva pidiendo a los políticos que pongan los pies en el suelo.
Claman por la democracia, curiosamente, en un Estado que, suponemos va acompañado por este calificativo; en realidad considero que su verdadera petición es la de la restauración de los valores democráticos, bastante deteriorados últimamente, así como más y mejores oportunidades de cara a un futuro no muy lejano.
A mi me ha sorprendido gratamente el aparente despertar de una juventud que creíamos dormida, pasota y apática. Su actitud demuestra que esto no es así; como señala Felipe González, "la generación mejor preparada se siente, y tiene razón, con menos oportunidades y expectativas que la anterior”.
De todas formas, me gustaría señalar, que este movimiento que se denomina a sí mismo como asindical, concentra muchas de las reivindicaciones que desde hace años venimos reclamando organizaciones sindicales como la UGT.
Aun así tengo contradicciones por la variedad de mensajes que trasmiten y seguramente habrá que dejar un tiempo para que esta iniciativa repose y así poder ver hacia donde va.
Dicho esto, vuelvo los ojos al tema de las elecciones: con la educación gestionada por las Administraciones autonómicas, el día 22 nos jugamos el funcionamiento de uno de los elementos vertebradotes de “la sociedad del bienestar”, la educación considerada como un servicio público.
El lugar que se otorga a este servicio fundamental y las prioridades que los gobiernos autonómicos marcan, indican las intenciones de sus gobernantes; así el tratamiento de la educación infantil, el gasto en infraestructuras, la valoración del profesorado… y, sobre todo la concepción que los partidos políticos tienen sobre las leyes educativas, nos hacen decantarnos hacia aquellos que siguen luchando por la educación de calidad para todos y todas.
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